Durante las homilías, autoridades religiosas hicieron referencia al incendio de la capilla de la Sangre de Cristo de la Catedral de Managua, señalando que los nicaragüenses deben depositar su dolor en el corazón de Cristo, ser solidarios como indica el evangelio y tener esperanza, sobre la cual se formará una nueva Nicaragua donde se pueda rendir culto sin miedo a que se incendie el templo.
Monseñor Rolando Álvarez, desde Matagalpa, señaló que el origen de las tinieblas que envuelven al mundo tiene un destino final y es “perderse en la noche de los tiempos, ahí se va desvaneciendo, se va acabando”.
“El curso de los siglos ha estado marcado por la violencia, las guerras, el odio, la opresión, marcado por la noche oscura. Los 200 años de independencia que cumpliremos los nicaragüenses han estado marcados por grandes y fuertes momentos por la violencia, las guerras, el odio y la opresión. Estos momentos de prueba, de oscuridad, de dificultad, concluyen en el gran final de la resurrección”, afirmó Monseñor Álvarez.
Indicó que la orientación es entregar el dolor en el corazón de Cristo. “Este dolor este golpe, lleno de barbarie, de crueldad contra la historia de la Patria, contra la cultura, ha querido ser un golpe mortal para la identidad misma, para la nicaragüaneidad nuestra, pero depositar este dolor en el corazón de Cristo, como lo hace siempre la Iglesia, porque sabe que en el corazón de Cristo encontraremos consuelo, refugio, fortaleza, paz, libertad, vida y vida en abundancia”, dijo.
Recomendó tener esperanza para entrar «en ese futuro, sombrío muchas veces para caminar a la luz. Al final se ve la luz de un nuevo amanecer, de un nuevo país donde reine la paz, la justicia, la libertad, donde podamos trabajar con serenidad, para ganarnos el pan de cada día con honestidad y dignidad», expresó.
Agregó que en esa nueva Nicaragua se podrá caminar sin miedo, rendir culto en los templos “sin miedo a que se incendien”, labrar la tierra y vender productos sin miedo a que se nos persiga y compartir la mesa como hermanos.
Desde Miami, Monseñor Silvio Báez, recordó que el resucitado impulsa a soñar y da fuerzas para hacer realidad esta “resurrección de nuestro pueblo”. Una nueva sociedad construida sobre la paz y la justicia.
Multiplicar las manos
Báez explicó que el evangelio de la multiplicación de los peces y panes se refiere más a una “multiplicación de manos”. “Una nueva forma de vivir la convivencia humana a partir de la compasión”.
“Es un signo de confiar en nuestro padre Dios, que no permitirá que falte el pan, el amor, la alegría si sabemos compartir como hermanos y hermanas. Jesús desea saciar a la humanidad de todas las hambres que padece: pan, libertad, dignidad, esperanza, y para ello nos invita a no dejarnos dominar ni por la lógica individualista de quien piensa solo en sí mismo, ni por la lógica mercantilista” señaló.
Solidaridad internacional
Destacó el mensaje escrito a mano por el Papa Francisco. “Con su propia mano me ha enviado este mensaje de cercanía y de amistad, el cual le agradezco infinitamente. El Santo Padre me decía en breves palabras pero profundas: querido hermano te acompaño en el dolor por este acto vandálico, estoy cercano a vos y a tu pueblo, rezo por todos ustedes, por favor no te olvides de rezar por mí, que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide, fraternalmente Francisco”.
Cortesía: La Prensa