Por: Miguel Mora
Director de 100 % Noticias
En su “fortaleza” radica su debilidad.

Cuando a un régimen no le queda más remedio que reprimir las 24 horas del día, al desconfiar hasta de su propia sombra es una señal clara de que está derrotado de manera estratégica.

Y no es para menos, si fuimos testigos de la masacre más horrenda, criminal y masiva en la historia nacional ejecutada por una jauría de paramilitares partidarios bajo la orden de una secta que se cree dueña de la vida y el futuro de los nicaragüenses. Cuando se dio la orden de matar, fue clara entonces la señal de debilidad y el miedo de parte de los opresores.

La violencia brutal que criminaliza a los ciudadanos y a sus protestas hasta llegar al punto de la ridiculez es clara señal de la fase terminal de la dictadura.

El pueblo ya tomó su decisión, la expresó, la defendió y la sostiene: Este gobierno debe ser cambiado lo más pronto posible sin recurrir a la guerra civil. Debe nacer una nueva Nicaragua basada en la verdad y la justicia para consolidar una paz que nos permita edificar los cimientos de nuestra democracia y el desarrollo con justicia social. Esto se debe dar por medio de unas elecciones libres, justas, transparente, observadas y adelantadas.

Ya el pueblo los desenmascaró, al exhibir su violencia brutal con exceso de salvajismo con qué se han violado gravemente los derechos humanos de todos y cada uno de nosotros.

Sólo les queda la mano militar y paramilitar para prolongar el desenlace final, pero sólo lograran eso, prolongar su agonía.

No se puede matar a más de 500 personas, herir a más de 3,000, encarcelar a centenares por motivos políticos y obligar a exilio a casi 50 mil compatriotas en tan solo 6 meses y creer que con una ley de “reconciliación” los “esclavos” obedecerán por decreto real. ¿Cómo puede haber una verdadera reconciliación si ni siquiera reconocen a los masacrados, ni se dignan a pedir perdón, sin justicia?

Por todo eso ya perdieron el poder, ya no ejercen el poder político, sólo les quedan las armas. Carecen de moralidad, legitimidad, legalidad y de cordura.

Estas son las pruebas de su derrota:

1-. Perdieron el respaldo de la inmensa mayoría del pueblo, no sólo eso se ganaron su repudio.

2-. No cuentan con alianzas estratégicas con los poderes fácticos. Más bien les declaran la guerra a muerte.

3-. No tienen sustentación económica.

4-. No cuentan con el respaldo espiritual, ni cultural. Nadie decente quiere mancharse con la sangre de inocentes.

5-. Son repudiados por la comunidad internacional. Están aislados y serán sancionados.

6-. No tienen a Dios de su lado.

Por todo eso y más, su “poder” ya no es viable porque todo lleva al colapso total del país. Es como estar sentando en una bomba nuclear con cuenta regresiva de menos 10 segundos.

La explosión social que dará la estocada final en cualquier momento puede ocurrir.

Por eso vemos el miedo reflejado en los policías sandinistas acuerpados por sus paramilitares, los verdugos que actúan como “jueces”. Las mentiras que ya nadie les cree. La deshonra total.

¡Animo pues, valiente pueblo azul y blanco!

¡Animo varón y mujer del Dios Altísimo, pues vienen días de celebración y de futuro!

Dios ya nos dio la victoria, de Jehová, el cambio viene y nada, ni nadie lo detiene.

Que Dios bendiga a Nicaragua.

 

 

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