Por Tito Lagos-Bassett
Escribir de personas resilientes siempre me han provisto de dos cosas: satisfacción y aprendizaje.
Y en esta ocasión no podría ser distinto, es más, se han superado todas las expectativas, porque no es fácil triunfar en la vida cuando uno ha nacido en el país más pobre de América Continental, y originario de una población al norte del país, que aunque Estelí es una ciudad de especial belleza y sus habitantes también lo son, las oportunidades suelen ser escasas y muy difíciles de obtener,más aún cuando el gobierno dictatorial de turno es obsesivo en frenar todas las aspiraciones del ciudadano que no comulgue con el sistema.
Pero si a eso se le agrega que su maternidad inició desde muy temprano y que la responsabilidad de la pareja no fue la adecuada, la cosa se agrava más.
Hilda es la mayor de tres hermanas a las que en su natal Estelí, llamaban las “tres Marías” debido al parecido y que nacieron sin muchos años de diferencia, de hecho su madre solo descansaba tres meses y volvía a quedar embazada.
Marín creció entonces, rodeada de mucho amor y ternura y como dije antes en la “Joya de Nicaragua”, que cuenta con gente amable y encantadora, una cocina exquisita y una industria tabacalera de renombre mundial. Rodeada de montañas frondosas, ofrece paisajes impresionantes, reservas naturales y una rica herencia cultural que se palpa en cada calle, donde se combinan la celebración y las sonrisas de sus mujeres.
Todo lo anterior le permitió a Hilda crecer con un alto amor propio y un gran sentido de responsabilidad y el apego a la familia. Elementos cruciales para enfrentarse a los va y vienes de la vida.
Esta joven nicaragüense llegó a California hace cinco años con una maleta llena de sueños y unas ganas de emprender los diferentes proyectos que por falta de oportunidad no había podido realizar en aquel país centroamericano.
El tiempo comenzó a transcurrir y las cuotas de triunfo comenzaron a emerger. En poco tiempo había logrado alcanzar lo que ni en toda su vida había sido posible antes, obviamente estaba disfrutando de California, el estado de oro.
Sin embargo, el destino le iba a jugar una mala pasada.
Luego de los difíciles años de la pandemia, y al volver poco a poco a incorporarse en los negocios, en el 2023 se le diagnosticó cáncer en el estómago.
“La noticia me agarró totalmente de sorpresa, ya que siempre había gozado de buena salud, era una asidua visitante del gimnasio y me esmeraba en ingerir alimentos sanos con una dieta balanceada que me mantenía sin duda en un estado físico excelente.
Y ahí estaba yo, recibiendo la peor noticia de mi vida y sin saber qué hacer. La angustia se acrecentó cuando descubrí que no tenía palabras para comunicar a mi familia y muy especialmente a mis dos hijos. No, es que no, no podía ser verdad pensé, esto seguramente no está pasando y es solo una pesadilla de la que debo despertar cuanto antes.
Pero no fue así, y la pesadilla era una realidad.
El llanto, la angustia y desesperación que vinieron en los tres días posteriores a esta terrible noticia solo pudo ser superado gracias al inmenso amor de mi familia y la fe en el Dios que todo lo puede.
Las reflexiones de que somos pasajeros y el entendimiento de que nada es para siempre, y de que todo, pero todo está en las manos de Dios, me permitió reiniciar mi vida convencida que lo que tenía que pasar iba a pasar y que no estaba en mis manos el resultado, lo que si estaba en mis manos era mi decisión de sentarme a llorar y esperar el final o emprender un reto más en mi vida, el más importante de mi vida, donde estaba en juego precisamente eso, mi vida”.
A esta altura de nuestra conversación podía notar una fuerza especial que emanaba de esta valiente mujer, que apostó por la vida y decidió dar la batalla para ganar la guerra.
El relato continuó, y todas las peripecias que significa la lucha contra el cáncer fueron narradas en detalles. El tratamiento de la quimio y la cirugía donde fue eliminado su estómago fueron unas de las múltiples etapas que tuvo que ir superando un día a la vez.
“Pero se llegó el día esperado donde se me anunciaba que el cáncer había sido erradicado y se me consideraba una sobreviviente a este terrible mal.
Sin embargo, la lección quedó aprendida, ahora que recuerdo, en verdad mi cuerpo me estuvo mandando señales de que algo andaba mal, pero que por el estrés de los negocios y el apuro de cumplir con metas de producción lo dejé pasar, y lo dejé pasar y lo dejé pasar, hasta que el pago del precio se hizo evidente.
Es por esta razón que he accedido a darles mi testimonio, porque considero que Dios tiene un propósito con mi vida y que yo estoy dispuesta a cumplir por el tiempo que su voluntad disponga.
Amigos, aprendan a conocer las señales de su organismo y recuerden que nada es más importante que la vida misma”.
Así terminó su conversación esta emprendedora mujer llena de coraje y de entusiasmo por la vida, que no ha permitido que las circunstancias le amedrenten y que está dispuesta a seguir en la batalla hasta el último hálito de su existencia.
Hilda Marín es Ingeniera en Sistema y Posgrado en Administración de Empresas y Marketing.
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