Sheynnis y Darío

 

Por Josefina Haydée Argüello Argüello

Master en Literatura Española

“La mujer nicaragüense no tiene un tipo marcadamente definido entre las del resto de Centroamérica; pero hay en ella algo especial que la distingue. Es, […] una especie de languidez arábica, de nonchalance criolla, unida á una natural elegancia y soltura en el movimiento y en el andar”. (Darío, Rubén, El viaje a Nicaragua e Intermezzo Tropical, 1909).

La observación de Darío cae como anillo al dedo para definir a Sheynnis Palacios, Miss Universo, nuestra ganadora del certamen mundial de belleza, 2023.

Su color moreno y su cabello negro están muy bien descritos por Rubén. “Los cascos de ébano ó azabache son de copiosa belleza”. La herencia española de la cual nuestro poeta se sintió siempre orgulloso, la observamos en la vencedora. “Sorprende gratamente el gran número de cuerpos altos y esbeltos que caminan con singular gallardía”. (Darío).

Nuestra reina es esbelta, sabe andar con gracia, desenvolviéndose en el medio artístico con especial donaire; impartiendo una aureola de gentiliza en su mirar y en sus ademanes distinguidos. Tiene un garbo altivo e independiente. Su agilidad, tanto al hablar como al responder, su sonrisa y sobre todo su valentía para enfrentarse ante el público, son algunos de sus mejores atributos que nos enorgullecen.

El paso erguido con que luce la mujer nicaragüense es atribuido por Darío al análisis que ofrece el médico británico, Havelock Ellis sobre las “peculiaridades anatómicas” de la española, y el de “llevar carga á la cabeza, como en las romanas de las colinas albanas y en algunas partes de Irlanda-“. Porte acompañado de sobrios “movimientos mesurados, sin exceso ni superfluidad alguna” (Ellis, Havelock).

Sheynnis lleva esa candidez típica de la nicaragüense. Altiva como todas las reinas, pero cautivándonos cuando al juntar sus manos en señal de reverencia, las lleva a su corazón uniéndolo con humildad al nuestro. Ella representa a la mujer popular auténticamente nicaragüense sin préstamos extranjeros.

Rubén en su retorno a la patria después de una larga ausencia, encontró en la nicaragüense un mayor atractivo; remarcando ese encanto suscitado anteriormente y ya casi olvidado de sus compatriotas, llamándole la atención no solamente su belleza física, que le hacía recordar a la mujer oriental de los cuentos medievales descritos en Las mil y una noches, sino a otros atributos aún más fuertes y profundos como lo son: la personalidad alegre, el optimismo, el saber bailar llevando el ritmo musical, sobresaliendo en las recepciones y paseos campestres: “sobre todo, en las fiestas á la orilla de los lagos ó en las riberas del mar. […] Allí cantan y danzan gallardamente aires y sones del país, […] todo esto es muy patriarcal, muy primitivo, si gustais; pero para mí de un deleite irremplazable”, agregó Darío.

La mujer nicaragüense es religiosa y devota sabiendo llevar su fervor con mucha estima y respeto. Realzando el aeda otras cualidades como las del valor, la voluntad de sacrificio y de abnegación.

En este particular, vemos a diario como la fémina nicaragüense se sacrifica por sus hijos para alimentarlos, vestirlos, y educarlos; sacándolos adelante del atraso y de la miseria, en la mayoría de las veces sin el apoyo del varón, haciendo de sus finanzas tripas corazón para comer salteado; siendo las últimas en servirse a la mesa. Salen a la calle bajo el sol o la lluvia, acarreando una pana muy pesada y caliente sobre el güayal o rosquilla de trapos viejos enrollados para proteger su cabeza, llevando envueltos los buñuelos, los tamales, las cuajadas frescas y ahumadas, las cosas de horno, tortillas, maduros fritos o lo que encuentre disponible para vender en las orillas de los mercados y/o aceras.

Rubén admira el valor y valentía de la nicaragüense cuando en situaciones bélicas ha guerreado como un valiente soldado. Recordándonos a aquellas mujeres españolas mencionadas en, “History of the Inquisición in Spain” de Henry Charles Lea, historiador estadounidense. Ibéricas que combatían y defendían a su partido de las intrigas facciosas con más ferocidad que las de los hombres. Menciona además, la llegada del pirata Dampier en 1685 al puerto del Realejo, cuando los filibusteros se internaron a León para atacarlo de sorpresa, y cómo la suegra del gobernador doña Paula del Real, valientemente salió a las calles tocando los tambores para alertar a la población, alentándolos a la defensa de la ciudad. Relata la heroicidad de Rafaela Herrera cuando en 1762 dispara su cañón defendiendo el Castillo de la Concepción sin atribularse por el deceso reciente de su ya enfermo padre, D. Pedro Herrera, dejando al enemigo acéfalo, mientras los filibusteros huían del lugar llenos de pánico por las llamas que sobresalían de las sábanas empapadas de alcohol, que como bolas de fuego descendían sobre el río San Juan. Por esta heroica acción, el gobierno español, por Real cédula le otorgó a Rafaela una pensión vitalicia de por vida.

No se olvida Darío de la ama de casa y madre nicaragüense abnegada quien además de ser hacendosa y fecunda es “excelente para el amor”. Amor que sobresale en la belleza de nuestra embajadora nicaragüense, Miss Universo: Sheynnis Palacios, quien hoy nos representa en el mundo, a la par de Darío.

No dudo, que, si nuestro bardo enamorado viviese, hubiera dedicado en su honor alguno de sus mejores poemas.

Nota: El miércoles 28 fue publicado mi artículo sobre Sheynnis y Darío. Por  casualidades de la vida correspondería al día del cumpleaños de nuestra Miss Universo. Así lo quiso el destino. Feliz cumpleaños para ella en su día!!

Cómo me decía un comentarista amigo es una excelente proyección del escrito de Darío que trata sobre la mujer nicaragüense en nuestra ganadora Miss Universo 2023 Sheynnis Palacios.

Gracias por compartirlo y por el comentario.

Saludos,

Josefina Haydée Argüello

Más Información:

www.NicaraguensesEnElExterior.com

www.RubenDario.info

 

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