21 de Septiembre de 1956.
Anastasio Somoza García. (1 de febrero de 1896 • San Marcos, Carazo, NICARAGUA – 29 de septiembre de 1956 • Ancón, Zona del Canal, PANAMÁ).
El 21 de septiembre de 1956, en León, el entonces presidente Anastasio Somoza García sufre un atentado. Rigoberto López Pérez dispara cuatro veces al mandatario, acertando tres balazos.
“¡Bruto, animal! ¡Ay Dios mío!”, gritó el presidente Anastasio Somoza García, de 60 años cumplidos, al recibir en su cuerpo el impacto de tres de las cuatro balas que le disparó el poeta Rigoberto López Pérez con su revólver Smith & Wesson calibre 38, cañón de 2 pulgadas de largo, pasadas las ocho de la noche del 21 de septiembre de 1956.
El autor de los disparos se apresuró a cometer el atentado cuando estuvo seguro de que los otros tres conspiradores habían fracasado en el plan de apagar los generadores de la planta eléctrica para dejar sin luz a la ciudad de León.
Transcurría la fiesta que los sindicatos somocistas de León le ofrecían a Somoza en La Casa del Obrero para celebrar que la convención del Partido Liberal Nacionalista (PLN), reunida en el Cine González, lo había nominado pocas horas antes como su candidato en las elecciones presidenciales del período 1957-1963.
El mandatario acababa de bailar con la novia del club un tango de Pérez Prado, y se encontraba revisando la edición del diario El Cronista con la noticia de la nominación, que servilmente le mostraba el director de la publicación, Rafael Corrales Rojas.
Mientras tanto, Rigoberto se acercaba peligrosamente bailando a la mesa donde, además de doña Salvadora Debayle de Somoza, se encontraba -entre otras personalidades- la poetisa Mariana Sansón de Argüello, que resultó herida en un pie.
Muy cerca de la mesa dejó de bailar, se agachó rodilla en tierra, y soltó los disparos contra la humanidad del tirano que gritó y se fue de lado, sin alcanzar llegar al suelo por la oportuna intervención de su ordenanza, teniente Nicolás Valle Salinas, que lo sostuvo vigorosamente por las axilas y lo mantuvo de pie.
Rigoberto se puso de pie para ensayar un quinto disparo a la cabeza de su blanco, cuando fue derribado por el certero culatazo en la nuca que le propinó un guardia con su rifle garand, el cual le soltó el primer balazo de los 54 que en total habría de recibir como saldo de toda la noche, hasta que su cuerpo acribillado fue llevado al comando departamental para ser depositado en el piso, donde recibió de la soldadesca tantas o más patadas que los balazos del club. El paradero de su cadáver es todavía un misterio.
La ferocidad de Ocón
Somoza fue trasladado de urgencia al hospital San Vicente, mientras varios vehículos de la guardia andaban recogiendo en sus casas a los más notables médicos, anestesistas y cirujanos de León, quienes, al llegar al hospital, se encontraron al asistente personal del presidente, mayor Luis Ocón, peleando fieramente para que el paciente no fuera tocado ni examinado hasta que llegaran de Managua el director del Hospital Militar y sus médicos que usualmente atendían la salud del general.
La ferocidad de Ocón para tender un cerco que ni los médicos leoneses podían penetrar alrededor de su jefe, dio pie a la versión de que Somoza había quedado con una colostomía por una operación anterior, que no había querido corregir por su pavor a los quirófanos. Y que esa colostomía a la que solo Ocón daba mantenimiento, era algo así como un secreto de Estado.
Finalmente llegó la orden de Managua para permitir que los médicos leoneses actuaran contra el fuerte dolor que Somoza sentía en la parte baja de la espalda, hasta que llegaron los médicos del Hospital Militar que, junto a sus colegas de León, estabilizaron al paciente y lo trasladaron en helicóptero a Managua, donde llegó con las primeras luces del día 22.
Mientras tanto, la pesadilla ya había comenzado para miles de nicaragüenses, empezando por los asistentes a la fiesta, que –hombres y mujeres- amanecieron de pie en el parque central de la ciudad, rodeados por un cerco de alambre, mientras uno por uno iban siendo interrogados, tarea que concluyó hasta media mañana del nuevo día.
Después de Rigoberto, el segundo en ser reprimido fue el periodista Rafael Corrales Rojas, quien reconoció al “poeta López Pérez” en el cuerpo acribillado en el suelo del club, y con ese acto, selló también su amargo destino para los meses venideros. Nadie le creyó su versión de que no consideraba capaz al poeta de cometer un acto de esa naturaleza, ni pudo explicar contundentemente por qué lo ayudó a entrar en el club sin ser registrado.
Presidente de la República de Nicaragua
1 de enero de 1937 – 1 de mayo de 1947
6 de mayo de 1950 – 29 de septiembre de 1956
REFERENCIAS:
- El último mambo de Somoza – 21/Septiembre/2016 (El Nuevo Diario)
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