9 de Octubre de 1912.
Uno de los documentos históricos más importantes de las primeras décadas del siglo XX en Nicaragua es la Carta sobre la Intervención de los Estados Unidos.
Simeón Pereira y Castellón (n. en León, departamento de León, Nicaragua el 2 de julio de 1863 – m. ídem el 8 de abril de 1921) fue el primer Obispo de la Diócesis de León y el último de la Diócesis de Nicaragua al crearse la Provincia Eclesiástica de Nicaragua el 2 de diciembre de 1913.
Suscrita por el obispo Simón Pereira y Castellón.
Envió una carta a un alto dignatario del catolicismo de EU, dos años después de que se firmaron los “Pactos Dawson”, que dejaban sometida a Nicaragua al poder de la nación del Norte, pidiendo el cese de la injerencia, pues no solo repudiaba la dominación militar, política y financiera de los Estados Unidos, sino especialmente porque atentaba contra la fe católica al impulsar el protestantismo.
Cuando redactó dicha carta, dirigida a un alto dignatario del catolicismo norteamericano, Pereira y Castellón tenía 49 años y 18 de gobernar la diócesis de Nicaragua. En ella alzaba su elocuente voz de protesta contra el poder interventor, establecido dos años antes con los Pactos Dawson (octubre, 1910). A través de esos instrumentos, impuestos por el agente especial Christopher Dawson, Nicaragua había quedado sometida política, económica y financieramente a la potencia del Norte.
Contenido
Desde su palacio episcopal en León —y más de un año antes de que se dividiera la diócesis— Pereira se dirigía al cardenal James Gibbons, Arzobispo de Baltimore, exponiéndole la verdadera situación del país: Lamentables errores han colocado a nuestra Patria, Nicaragua, en especiales circunstancias que le restan gran parte de su autonomía, poniéndola a discreción de extranjeras influencias.
Datos biográficos de su autor
Monseñor Pereira había nacido en Pueblo Nuevo —luego departamento de Estelí— el 2 de julio de 1863 y estudiado con los jesuitas de León y Matagalpa. Ingresó a la Compañía de Jesús el 3 de junio de 1879, vistiendo la sotana el 8 del mismo mes. Cuando los jesuitas fueron expulsados, en junio de 1881, se marchó a Colombia, no sin antes haber recibido la tonsura y órdenes menores en León de manos del obispo Francisco Ulloa y Larios (1819-1902). En el Colegio de San Ignacio, de Bogotá, enseñó Literatura e Historia; luego fue trasladado al Ecuador, donde fue profesor de Matemáticas, Latín y Griego.
Enfermo, regresó en abril de 1892, desempeñándose como profesor en el Colegio Seminario San Ramón y en el Instituto Nacional e Occidente. Luego pasó a ser vicario general de la diócesis, después secretario privado del obispo Ulloa y Larios y, simultáneamente, capellán de la iglesia de la Merced, hasta que fue nombrado obispo auxiliar con derecho a sucesión el 2 de diciembre de 1895: ¡A los 32 años!
1893-1909 Dictadura Militar Reformista
Manipulando el localismo, Zelaya consiguió infiltrarse en el núcleo oriental de poder y conociendo las debilidades de éste, se apoyó primero en los granadinos y, cuando ya no los necesitaba, en los leoneses.
El nuevo gobierno reformista modificó el sistema tradicional desafiando el poder de la Iglesia católica, implantando cambios que para la época parecían drásticos: divorcio, matrimonio civil, separación de la IglesiaEstado, secularización de los cementerios, expropiación de Cofradías y Hermandades” adscritas a la Iglesia católica.
Aunque Zelaya no era ateo, sí era anticlerical y prohibió el traje talar a los sacerdotes, expulsando luego al Obispo Simón Pereira y Castellón.
Ejerciendo esta dignidad tuvo que confrontar la política anticlerical del régimen de J. Santos Zelaya, ya consagrado obispo en catedral, el 25 de julio de 1896, por el arzobispo de Guatemala, Ricardo Casanova y Estrada, quien ingresó al país en medio de múltiples dificultades. La prohibición de las fiestas patronales y una ley que despojaba a la Iglesia de sus bienes, motivaron al joven prelado a protestar enérgicamente desde el púlpito y enviar una resuelta comunicación a Zelaya.
Corría el ano de 1898 cuando el señor Obispo Pereira y Castellón, publicó una enérgica pastoral contra algunas disposiciones, que el Gobierno del General Zelaya dio contra la religión.
Por este motivo, aquel dictador lo quiso obligar a retractarse, más como fuera Monseñor Pereira y Castellón hombre de carácter se negó fue reducido a prisión y trasladado a la capital donde permaneció detenido en el antiguo Cuartel Principal, edificio volado por la dinamita más tarde; de allí salió expulsado para el destierro —vía Granada y San Juan del Sur— el 3 de noviembre de 1898, radicándose en la República de Costa Rica, donde permaneció hasta su regreso.
Durante el tiempo que estuvo en aquella República Mons. Pereira y Castellón fue objeto de aprecio y consideración, tanto del clero diocesano como de la sociedad en general.
Años después regresó, sin embargo el 16 de enero de 1905 salió Mons. Pereira y Castellón por segunda vez desterrado de su Diócesis, por orden del mismo Gobierno, cuando se decretó la ley, suprimiendo el uso del talar para los sacerdotes. (Muro Aguilar).
De nuevo en León, con la muerte de Ulloa y Larios el 30 de julio de 1902, se convirtió en obispo de Nicaragua. Pero los conflictos entre la Iglesia y el Gobierno se incrementaron, teniendo que salir expulsado otra vez a Costa Rica el 6 de enero de 1905, acompañado de 27 clérigos que rechazaron la prohibición oficial de vestir sotana en la calle. A finales de 1906, ya estaba en León.
Así, pronto se dedicó a decorar artísticamente tanto el interior como el exterior (modificándolo sustancialmente) de la catedral, promoviendo a los artistas Antonio Sarria, de Masaya; y Jorge Navas, de Granada. El último, al igual que la de Rubén Darío, esculpió la tumba del propio Pereira, fallecido el 29 de enero de 1921.
REFERENCIAS:
- El obispo anti intervención que alzó su voz – 20/Noviembre/2011 (El Nuevo Diario)
- VII. Evolución de los partidos políticos nicaragüenses (Biblioteca Digital Enrique Bolaños)
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