La imaginación del nicaragüense es rica en detalles. En un dos por tres, cualquier persona que no entendió un cuento, lo enredó y lo volvió más sabroso. No existe una plática de amigos, donde tarde o temprano no aflore alguna leyenda y el narrador jure y perjure que eso mismo le pasó a él o algún conocido de su familia. Nunca se sabe si el cuento es verdad o es mentira, pero en realidad, eso es lo de menos. Todos preferimos deleitarnos con la historia y aprendérnosla bien, porque algún día, seguramente, nos servirá para volver a contarla cuando el asunto de los espantos salga a relucir otra vez.

Doña Inés, emigrante nica en Costa Rica cuenta que estuvo lado a lado con el cadejo blanco. Era de noche, y regresaba a su casa en Rivas después de acompañar a su abuela en los últimos momentos de su vida. Como la difunta señora vivía en el campo, doña Inés tenía que caminar sola de regreso a su casa, por un largo trecho. Sentía mucho miedo pues la noche era oscura. Ni un rayito de luna que la acompañaba le servía de consuelo. Sin embargo, ella asegura, sentía una presencia a su lado, pero no podía ver nada porque el cielo estaba cerrado. De pronto, un relámpago le sirvió de guía y aprovechando el destello, quiso comprobar si en realidad caminaba sola. Cuál fue su susto, según me contó, que un perro blanco venía a su lado. Jamás sintió tanto miedo en su vida, pues ya le habían contado que por esa región aparecía el perro guía protector de los caminantes.

Con mucha suerte corrió que no se muriera del susto, porque justo en ese momento, iba pasando a caballo un vecino de su comarca quien se ofreció a llevarla hasta su casa. Siempre me acuerdo de su relato en las noches oscuras, cuando siento que no estoy sola. No me extrañaría que alguien que este leyendo mi historia, haya pasado una experiencia similar. Seguramente que sí. Los Cadejos en todos lados aparecen, los blancos y los negros, los buenos y los malos. Allá tu suerte amigo nica, con cuál de los dos te tropieces.

(Versión tomada directamente de Inés, inmigrante nica viviendo en Costa Rica y recogida por Martha Isabel Arana)

 

 

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