Joven, bella, carismática, patriótica, esta singular periodista de TELEMUNDO Canal 51, nacida en Managua, capital de Nicaragua, pero criada en Chontales, y luego radicada en Miami, Florida, desde hace 11 años, se ha entregado de lleno a llevar todos los pormenores de la lucha Cívica que se está librando en la patria de Rubén Diarío desde el 18 de Abril del presente año.

Su nombre Leana Astorga, nos confiesa ser una persona honesta, virtud que la ha caracterizado desde su infancia, de hecho su hermano menor le ha comentado siempre: “Hermana te pasas de honesta, vos no tenés filtro entre lo que pensás y decís”.

Me gusta ser honesta porque eso me da Paz, Libertad y Tranquilidad. Ser como eres, sin importar el qué dirán, tratando siempre de mejorar y aprender en la vida. Nos aclara Leana.

Al ser preguntada sobre, que es más importante para ella: A) El Dinero. B) La Fama. C) El Poder. ¿Y por qué?

Esta es su respuesta: Ninguno de los tres es para mí la más importante, agregaría: “La Felicidad”, ser feliz creo, es la meta que todo ser humano debe buscar, sólo tenemos una vida.

Leana, ¿Cómo y porqué decidiste a participar en las protestas y Revolución Cívica de Nicaragua?

No es que me decidí a participar. Todo se fue dando de manera espontánea. Yo me crié en Nicaragua, por consiguiente tengo muchas amistades allá. Cuando empezaron las protestas me empezaron a enviar fotos y vídeos para que denunciara la violación de derechos humanos. Allí empezó todo.

Al observar el deterioro de mi país, ver los jóvenes muertos, los viejitos golpeados, me llené de coraje y le dije a mi jefa. “Mándeme a Nicaragua, tengo que reportar y ver con mis ojos lo que está pasando en mi país”.

Durante estos meses de protesta se me ha inflado el pecho de orgullo al ver a mi valiente y heroico pueblo sin miedo a protestar, a pesar que desde un inicio Ortega reprimió las manifestaciones a punta de balas.

También he llorado tanto, viendo a jóvenes, campesinos, niños, bebés, familias enteras muertas, asesinadas, por la policía corrupta y los paramilitares que cumplen órdenes de una pareja genocida, de megalómanos, adictos al poder.

Puedo decir con certeza que sin quererlo mi vida ha cambiado en estos meses. Mis redes sociales se han convertido en unas páginas de denuncia de los atropellos al régimen Ortega Murillo. Agradezco que mi estación TeleMundo 51 siempre me den la oportunidad de seguir realizando reportajes para darle a conocer al mundo estos horrendos crímenes y torturas que se están cometiendo contra el pueblo de Nicaragua.

Muchos me dicen, te estás exponiendo demasiado. Yo les respondo que es parte de los riesgos de mi carrera, prefiero asumirlos con valentía, que callar y convertirme en cómplice por miedo.

¿Cuál fue tu experiencia más relevante en tu cobertura de las protestas de Nicaragua?

Son tantas. La primera cuando llegue a Managua, empecé de lleno a grabar entrevistas. Un joven herido me narró como mataron a un compañero de clases al lado de él mientras protestaban. Él tenía una herida en el estómago media infectada, me comentó que no podía ir al hospital por temor a que lo arrestaran. Ese mismo día, en El Chipote una jovencita empezó a llorar en mi hombro, es estudiante de ingeniería, allí empecé a llorar con ella. Otra anciana con bastón marchaba hasta el mismo centro, “aunque sea de rodillas subiré clamando justicia por estos jóvenes”.

Al día siguiente conocí a la familia de Alvarito Conrado; esa es una de las historias que más me marcó. 15 años, una vida llena de sueños por cumplir arrebatada por puro capricho presidencial.

Su padre me mostró el vídeo de sus últimos minutos de vida: “Me cuesta respirar” y esa frase se clavó en mi pecho y me cortó la respiración. Ver a su abuelita que lo cuidaba ausente, con esa mirada llena de dolor. Ver sus medallas, su guitarra, sus fotos. Su mirada no me dejó en paz, hasta que escribí su historia por la madrugada. Prosas que luego inspiraron al gran Carlos Mejía Godoy a escribirle un tema musical “Soy Alvarito Conrado”.

Luego la entrevista con Monseñor Silvio Báez. Un hombre pulcro, con una mirada diáfana, que inspira confianza. Empecé entrevistándolo  como acostumbro. Me contó las atrocidades que le habían hecho a sus jóvenes feligreses, las torturas que le realizaron, sólo porque participaron de las protestas.

En un punto le dije “Padre, ¿Usted no llora en silencio por el dolor de tantos jóvenes inocentes?”. Fue allí cuando empezó a narrarme entre lágrimas toda la pesadilla que ha vivido desde el 18 de abril. Yo en serio no pude contenerme, el dolor era tan fuerte que me oprimía el pecho y sólo las lágrimas que fluían sin parar me daban un poco de alivio.

Son tantas historias, que cuando las recuerdo se me hace un nudo en la garganta. Muchos jóvenes que entreviste que fueron brutamente golpeados. En cada joven miraba a mi hermanito.

Que mensaje le darías a la juventud Nicaragüense que radica en el exterior.

Mi mensaje para los Nicas en el exterior es que sigamos denunciando y apoyando a nuestros hermanos nicaragüenses, que no los dejemos solos, porque aunque no vivimos allá ese triangulito azul y blanco lo llevamos en nuestros corazones y es parte de nuestro deber patriótico contribuir de la manera que podamos para hacer una mejor Nicaragua.

Y que Dios los bendiga y mande un legado de Ángeles para que cuiden sus entradas y salidas.

 

 

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