« EDITORIAL »
El Miedo
¿Hay que evitarlo? ¿Utilizarlo? ¿Combatirlo o convivir con él?
¿Porqué existe? ¿Qué lo provoca? ¿Para qué nos sirve?
¿Cómo sacar el mejor partido de él?
Por supuesto que existen diversas escalas y diferentes causas muy marcadas que permiten la aparición del miedo y la ansiedad donde luego se generan muchos factores que repercuten en la estabilidad de nuestra mente y nuestro sistema en general.
Una vez más tengo que aclarar que no soy ni psiquiatra ni psicólogo, mis escritos son básicamente como testimonio de la experiencia de mi propia vida, a la cual cuando observo en retrospectiva descubro que después de todo no me ha ido tan mal en esta materia.
Una cosa que aprendí desde aun antes de tener razón fue que el miedo no iba a dominar mi vida, y que aunque las circunstancias me fueran adversas siempre existiría dentro de mí esa voluntad férrea y esa confianza en el Todopoderoso que las cosas no tendrían que ser tan mal.
En mi infancia y juventud quizás fui osado, “valiente” o insensato, no lo sé. Pero sí tengo que reconocer que esa actitud me permitió aprender las cosas que podía lograr si no permitía que el miedo a hacer las cosas me paralizara.
Con el tiempo y aun en mi plena juventud llegue a concebir que en realidad había nacido para un propósito y que tenía a ese Ser Superior guiando cada paso de mi vida.
El miedo entonces pasó a ser una constante a enfrentar cada día, cada momento y durante el largo trayecto de mi peregrinar por el mundo.
Llegué a confundir o a no diferenciar el miedo a los obstáculos, y eso me dio más valor, más tenacidad en alcanzar mis metas y soportar con mucha frecuencia los fracasos y sin sabores, pero que me daban cada día más experiencia y más seguridad de que iba por el camino correcto de acuerdo con lo que me había propuesto para mi vida.
Primero las aventuras de mi infancia, pubertad, adolescencia y juventud temprana. Luego el enfrentamiento al mundo real, crudo, cruel e inhóspito. El descubrimiento del mundo laboral, la permanencia de los valores en el plano familiar y la aceptación de rendirme incondicionalmente a lo inevitable me dotó de una paz capaz de entregarme a una vida con sentido y siempre mi “yo” al mando de mi destino.
En este recorrido en mi retrospectiva me he venido dando cuenta del miedo que diariamente me toca superar, desde ponerme de pie y aprender a caminar, cruzar la calle o subir una grada, aprender a formar palabras que conjugaran frases con sentido, convivir con la burla de mis condiscípulos y mi permanente necesidad de demostrar que podía desempeñarme como ellos. Esa fue una invariable durante toda mi infancia y pubertad, la llegada de las manifestaciones de amor y cariño de alguna joven agraciada esa fue otra forma de demostrarme a mí mismo de que podía ser capaz de amar y ser amado y sobresalir en esta difícil capacidad de la vida en pareja. Los logros académicos fueron las más angustiantes etapas en mi juventud, pero nada comparable a lo que vendría después, la lucha por sobresalir en el campo laboral que no se detendría nunca, y la responsabilidad de sacar adelante una familia con todas las vicisitudes y obligaciones del caso.
El miedo a tantas cosas las cuales he venido en algunos casos superando, en otras aceptando y en otras siendo cómplice del miedo mismo porque me hace superarme cada día más.
A esta altura del campeonato no compito con nadie más que conmigo mismo, y mi único afán realmente es estar en paz, y tratar a los demás como a mí me gustaría ser tratado.
Ambiciono aun tener salud para vivir con dignidad y transcender a los miedos y angustias que por el mismo hecho de vivir nos mantiene en alerta, porque como dijo el Bardo de las Américas: “Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo, y más la piedra dura porque esa ya no siente, pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, ni mayor pesadumbre que la vida consciente…¡y no saber adónde vamos, ni de dónde venimos!…”
Estimados amigos lectores, he querido exponer mi testimonio de cómo lidiar con el miedo, la ansiedad o cualquier situación de “stress” (provocado por la incertidumbre de lo desconocido) porque he notado, que aun antes de la pandemia y ahora después con mayor énfasis, el desarrollo del incremento de casos a nivel global. Por supuesto que en el mercado existen cualquier cantidad de fármacos que recetados y administrado con el debido cuidado pueden aliviar estas tensiones provocadas por múltiples razones (cada uno sabrá con cual se identifica), pero repito, a mí en la particular me ayuda mucho mi rutina de respiración profunda, meditación y oración diaria, ojalá ustedes puedan experimentarlo también, porque si, es posible.
Dios Bendiga a Nicaragua, a los Nicaragüenses En El Exterior y a todos los pueblos del mundo.
Tito Lagos-Bassett
Director@NicasEnElExteriorNews.com
“Algunas veces no es fácil hacer lo correcto, por eso es importante fortalecer la conciencia”.